miércoles, 24 de agosto de 2016

Mujaddara

Os suena el típico plato de arroz con lentejas?, pues aquí lo tenéis. Pero este, por lo que tengo entendido, es típico de oriente-medio. Se puede comer caliente, frío, como plato principal o de acompañamiento.
Este plato se puede acompañar con yogur, le da un sabor muy fresco.


Ingredientes:

2 cebollas grandes cortadas en juliana
1 cucharadita de semillas de comino
200 gr arroz basmati
250 gr lentejas cocidas
1 rama de canela
Pimienta de cayena o pimentón rojo picante (al gusto)
Agua caliente (tenerla preparada hirviendo)
Aceite de oliva
Sal
Pimienta negra
Un puñado de piñones (unos 50 gr)

Acompañamiento:
2 yogures griegos
Zumo de medio limón grande (con la ralladura de su piel)
Sal

Elaboración:

Preparamos el acompañamiento: los yogures, el limón y la sal, mezclándolo todo. Reservamos en la nevera hasta que se sirvan los platos en la mesa.

Tostamos los piñones en una sartén y reservamos.

En una sartén alta ponemos las semillas de comino y las calentamos, cuando suelten su aroma, ponemos las cebollas con un poco de aceite y las cocemos a fuego lento para caramelizarlas durante un mínimo de 1 hora. Que quede de un color marrón oscuro.
Dejamos la mitad en la sartén y el resto reservamos.

En la sartén añadimos el comino en polvo a la cebolla, el pimentón rojo y la rama de canela, salteamos hasta que suelte su aroma. Añadimos el arroz, mezclamos. Agregamos las lentejas, vertemos el agua hirviendo hasta cubrir dos dedos y salpimentamos. Cocemos durante 15 minutos, controlamos el fuego para que al final quede seco.

Servimos los platos, repartimos la cebolla encima de los 4 platos. Ponemos los piñones y dejamos en un bol el yogur y que cada uno se lo ponga si quiere.


viernes, 19 de agosto de 2016

Viaje a Burdeos y el Perigord 2016

Viaje de 5 días en Francia por la zona sur-oeste: Aquitaine y Midi-Pyrennees. Zona de castillos, pueblos medievales, vinos y foie.


Los dos primeros días los pasamos en Burdeos, una ciudad grande pero plana, ideal para ir en bici. La mejor manera de moverse es con el tranvía, aunque es una buena ciudad para perderse dando vueltas por las calles. Ver la catedral, las diferentes plazas, la puerta Cailhau, la zona de Saint Michel donde se puede subir a la torre, el jardín público,...




Entre las cosas que hay que visitar está el Museo del Vino, cuesta 20€, incluye la visita y una degustación (nos pasamos 3 horas). Han hecho un museo totalmente interactivo, toda la información desde los inicios del vino hasta la actualidad. Te la explican a través de una audioguia interactiva en tu idioma. Han hecho todo tipo de actividades para estimular el olfato, la vista e incluso el oído. La degustación es en la terraza, donde hay unas magníficas vistas.

  

De lo que más me gustó fue el largo paseo justo al lado del rio, donde se puede ver el puente de piedra y la plaza el espejo del agua. Esta plaza esta cubierta por un par de dedos de agua, genial para remojar los pies con el calor de pleno agosto o si eres niño dar vueltas por el agua, también sale agua micronizada. Muy recomendable ir de noche, con las lamparas de colores encendidas es muy bonito.



En gastronomía lo más típico aparte del vino son los Canelés. Un dulce avainillado y caramelizado, duro por fuera y tierno por dentro.



Tercer día y siguiente parada, Saint Émilion, si estáis en Burdeos sin coche esta visita se puede reservar a través de la oficina de turismo de Burdeos así como ir a alguna bodega.
Solo a 35 km de Burdeos, casi visita obligada. Un pueblo medieval centrado totalmente en el vino, y rodeado de viñedos. Vale la pena pagar por la visita de la Iglesia Monolítica, que se construyó de forma subterránea y subir y bajar las calles, un pueblo realmente bonito.

  


Seguimos en la carretera dirección Bergerac, antes nos paramos en el Castillo de Monbazillac. Este castillo tiene una bodega con el mismo nombre. Antes de llegar al castillo, en la recepción, se puede comprar los diferentes vinos que tienen. Por lo que vi todos ellos blancos y dulces, según nos comentaron perfectos para catar con foie o con quesos. Además con la entrada para la visita al castillo, también tenéis degustación. Accedes al castillo a través de un camino rodeado de viñedos, dentro nos entramos las salas todas ellas muy bien conservadas y decoradas, en alguna encontramos exposiciones como la de un caricaturista de principios del S. XX. En la parte inferior hay un pequeño museo del vino.


Y para acabar este día nos dirigimos a Bergerac a pasar la noche, no es una ciudad que me gustara especialmente. Encontramos varias estatuas en honor a Cyrano de Bergerac, militar y poeta. Seguro que os suena, recitando versos debajo de los balcones.


Cuarto día, varios pueblos y castillos todos agrupados, a pocos kilómetros entre ellos y de gran interés, en el valle de Dordoña, una de las zonas que más nos gustó. Se puede visitar todo en un día, pero no es mala idea para un par de días relajados y hacer alguna excursión por el río.
Empezamos con la parada en Beynac-et-Cazenac: el pueblo medieval sube por la montaña donde arriba de todo esta el castillo. Perfectamente restaurado, te transporta a otra época, es muy grande, y las vistas te dejan con la boca abierta, si los atacaban realmente los veían a kilómetros. En la foto donde se ve el río a la derecha se puede ver el castillo de Castelnaud, nuestra siguiente parada.



Bajamos siguiendo el río y llegamos al Castillo de Castelnaud, al igual que el anterior esta muy bien conservado, y tiene unas vistas perfectas. Los dos castillos están tan cerca que se ven perfectamente entre ellos. En su momento esta era la frontera entre ingleses y franceses!, y les gustaba tenerse vigilados.
Si os gusta hacer kayac es una buena zona, el río Dordoña es tranquilo, y hay muchas empresas donde alquilarlo.



Siguiendo la carretera nos lleva a La Roque-Gageac, construido justo al pie de un acantilado y al borde del río. Hay entre dos y tres filas de casas, se puede pasear por las calles estrechas de detrás de la primera fila. Se llega a un castillo aunque es privado y no visitable. Hay un barco turístico para dar una vuelta por el río. También se puede visitar un bosque de bambú.


Bajamos un poco más y nos encontramos, encima de la montaña, con Domme, otro pueblo medieval fortificado. Bonito para pasear por sus calles. Desde el mirador podremos ver La Roque-Gageac y en sus calles encontrar una increíble librería de cómics.


Para acabar el día más movido del viaje, nos vamos a dormir en Sarlat-la-Canéda. Una ciudad pequeña con un núcleo medieval para pasear, y probar la gastronomía de la zona. Encontramos, aparte del vino y el foie, galletas de nueces (es como un bizcocho compacto de nueces), galletas de nueces crujientes y la trufa, en los restaurantes se pueden encontrar muchos platos con trufa, aunque el precio es elevado.


Desayuno


Quinto día, siguiendo hacía el este nos vamos a ver una gruta Gouffre de Paridac, es completamente diferente a todas las grutas que he visto hasta ahora. Importante si sabéis la hora en que llegaréis es recomendable comprar las entradas por internet. Se hacen unas colas muy largas para comprar la entrada y luego tienes que esperar a la hora que te han dado, que puede ser un mínimo de una hora. La zona ya esta adecuada con baños, restaurantes y zona de césped.
Se empieza la gruta bajando con ascensor o por las escaleras por el agujero que veis en la foto. Una vez abajo entramos en la montaña, caminamos por sus grieta y llegamos al río subterráneo donde nos espera un barquero, que nos llevará hasta otra zona donde, a pie, un guía (en francés), explica como se descubrió y se formó la cueva, con sus lagos, estalactitas y estalagmitas. Nos volverán a dejar con las barcas y el mismo barquero nos llevará al inicio de la visita. No dejaban hacer fotos dentro pero os recomiendo mirar la web.



Saliendo de la gruta ja nos dirigimos hacía el sur en Cahors, última parada. Conocido sobretodo por su puente Valentré, también la Catedral Saint-Etienne es curiosa para visitar. Paseamos por el casco antiguo. Esta ciudad no nos llamó mucho la atención excepto por el puente y la catedral, pero nos sirvió para hacer las compras de algún producto típico como vino, foie y galletas. No quisimos comprar nada antes para que no quedará en el coche al sol. También probamos uno de los mejores platos del viaje: col rellena de pato confitado con salsa de foie, como no, acompañado del vino de burdeos.






viernes, 12 de agosto de 2016

Tofu con Berenjena

Hace tiempo que no colgaba ninguna receta japonesa, esta no tiene ninguna complicación. Yo este plato lo hago a menudo, queda bien tanto para comer como para cenar.


Ingredientes:

1 Tofu, del compacto (250 gr)
1 berenjena pequeña
Fécula de patata
Aceite de girasol

Salsa:
70 ml salsa de soja
2 cucharaditas de dashi en polvo (caldo japonés)
½ cucharada de jengibre rallado

Cebollino o la parte verde de la cebolleta picada
Sésamo tostado y negro

Elaboración:

Cortamos el tofu en rectángulos de unos 4 cm de lado y 1 cm de grosor. Los secamos con papel de cocina y los rebozamos con la fécula de patata.
Cortamos las berenjenas delgadas y en forma de media luna. Las freímos hasta que queden doradas y las ponemos en papel absorbente para que pierdan el aceite sobrante.
En el mismo aceite freímos el tofu y también lo ponemos en papel absorbente.

Para la salsa mezclamos los tres ingredientes.

Preparamos el plato poniendo el tofu y alrededor o encima la berenjena. La salsa, el cebollino y el sésamo por encima.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Helado de Moras

Aunque no tengas heladera, como yo, se puede hacer. No quedará tan cremoso, pero el sabor y color será el mismo.


Ingredientes:

200 gr moras frescas
75 gr azúcar
3 cucharadas de zumo de limón
Una pizca de sal
250 gr yogur griego (2 yogures)
125 ml leche

Elaboración:

Trituramos las moras con el brazo eléctrico y colamos el jugo en un colador de malla, para separar todas las pepitas.
En un cazo ponemos el jugo de moras, el azúcar y el limón. Calentamos hasta que el azúcar esté bien integrado con las moras. Separamos y dejamos enfriar.
Cuando esté a temperatura ambiente, agregamos la sal, el yogur y la leche. Lo mezclamos todo bien con unas varillas. Volcamos en un recipiente, yo utilicé un molde del tipo rectangular alargado, del tipo para pan. Y lo dejamos en el congelador. Al menos durante 3 horas, cada media hora tenemos que mezclarlo, para que queda textura más cremosa.

jueves, 4 de agosto de 2016

Pastel de Mousse de moras y limón

Un pastel refrescante para estas fechas y muy esponjoso, además hay que aprovechar que ahora estamos en plena temporada de moras.




Ingredientes:

Base:
150 gr galletas tipo (maría)
75 gr mantequilla

Mousse de moras:
300 gr moras frescas
300 gr nata
75 gr azúcar glas
5 hojas de gelatina

Mousse de limón:
Zumo y ralladura de 2 limones
300 gr nata
75 gr azúcar glas
5 hojas de gelatina

Algunas moras extra para decorar


Elaboración:

Base:
Trituramos las galletas hasta convertirlas en harina. Derretimos la mantequilla, y lo mezclamos bien. Cogemos un molde de los de aro de unos 22 cm (que se pueda separar la base). Cubrimos toda la base con la pasta de galletas y reservamos en la nevera.

Mousse de moras:
Dejamos las hojas de gelatina en remojo 2 minutos.
Cogemos las moras y las trituramos con un brazo eléctrico, después las colamos con un colador de malla para separar el jugo de las semillas.
Ponemos un cazo con el jugo de moras, cuando empiece a calentar añadimos las hojas de gelatina, cuando se hayan integrado, retiramos y reservamos. Tiene que estar templado, no caliente, cuando lo mezclemos con la nata, si no lo está, la nata se desmontará.
Montamos con las varillas la nata hasta que esté casi del todo montada, añadimos el azúcar y acabamos de montar. Añadimos el jugo de moras con la gelatina, mezclamos con movimientos suaves y lo volcamos todo en el molde con la base de galleta. Dejamos reposar en la nevera al menos 1 hora para que coja consistencia.

Mousse de limón:
Dejamos las hojas de gelatina en remojo 2 minutos.
En un cazo ponemos el zumo y la ralladura de los limones. Cuando esté caliente añadimos las hojas de gelatina, removemos hasta que estén bien integradas y reservamos hasta que se atempere.
Montamos con las varillas la nata hasta que esté casi del todo montada, añadimos el azúcar y acabamos de montar. Añadimos el limón mezclamos con movimientos suaves, y con cuidado lo vamos volcando encima de la mousse de moras (no de golpe, no queremos que se mezclen). La mousse de moras después de 1 hora ya tendría que tener consistencia (probad la consistencia tocando con el dedo suavemente antes que volcar la mousse de limón). Dejamos en la nevera un par de horas, desmoldamos y ya se puede comer. 

Podemos decorar con moras.